Un lugar al que solamente entras con invitación o siendo miembro, eso me dijeron.
La decoración en todo el lugar parece de película.
La atención de Jessica fue increíble, nos explicó a detalle, hizo que nuestra estancia fuera mejor.
Fue una gran experiencia conocer este lugar.
Muy malo.
Está ubicado en el segundo piso de un edificio, arriba de las joyerías.
Muy mala la comida, y excesivos los precios.
Me dio vergüenza tener que pagar más de mil pesos por unos platos de chilaquiles verdes y una jarra de agua, todos con sabor extraño; y dos platos de pechugas de pollo duras como chancla.
No terminamos ninguno de los platos, y hasta devolvimos uno sin siquiera tocarlo.
El agua como si no la hubieran llevado. No la bebimos.
Pusimos en duda la higiene al momento de preparar los alimentos, así como la calidad de los ingredientes con los que cocinan.
Se nota que no saben nada de cocina. El menú super básico y limitado.
Encima nos cobraron por una "comisión" del 10% del total del consumo a favor del tipo que nos enganchó en la calle. No confíen en ninguno de esos promocionadores que les recomiendan establecimientos por la calle.
De verdad un arrepentimiento total. Nos arruinó gran parte de la tarde. También me arrepentí de no partirle su madre al cocinero, al dueño y al resto de empleados.
Los meseros se comen las sobras de los clientes a la vista de todos. ¿En qué clase de lugar me fui a meter? No lo sé.