La comida es simplemente **deliciosa**, con un sazón que realmente resalta en cada platillo. Se nota el cuidado y la pasión con la que cocinan, porque desde el primer bocado, los sabores son intensos, bien equilibrados y reconfortantes. Todo está perfectamente sazonado, sin excesos, pero con ese toque casero que hace la diferencia. Sin duda, un lugar que te hace volver por el puro gusto de comer bien. ¡Una experiencia gastronómica que vale la pena repetir!
Su chesscake me encantó, el chantilly (si lo es, no me pareció grasoso), un sabor diferente, (el precio 360 y 100 el individual), el cuerno de higo es bueno y su pan en general