Es una joya de lugar. Lo encontré en Google por casualidad; vine a ver y me encantó. Es un lugar muy pequeño, limpio y con muy bonita vibra. Aparte, adentro está muy fresquito (para el calor que hacía afuera). Cuando entré no supe bien qué hacer porque había una mesa con unos 6 comensales, todos hombres. Pregunté si era solo para hombres y me respondieron que no. Me senté, pedí una chelita, una torta de chile relleno y unas patitas para probar. La torta es de chile capón relleno de queso (el chile capón relleno es muy típico de Morelia), está muy rica, solo les falló calentarla un poco porque el quesito estaba un poco durito. Las patitas ricas. El servicio de los dos señores que atienden la barra EXCELENTE; super amables, amigables y caballerosos. Los comensales en su rollo; en ningún momento me sentí incómoda, al contrario, aún cuando es a puerta cerrada, como cantina, me sentí muy segura. Eso sí, adentro no se fuma, sales a fumar afuera pero es muy bonito porque fumas viendo el hermoso acueducto de la bellísima Morelia La música es de la mejor de los 70's, 80's, 90's y el volumen es muy moderado. Los ruidosos eran los comensales pero por risas y pasándola rico. Si disfrutas ver gente cerquita disfrutando la vida, este es tu lugar. Yo definitivamente regreso, sin la menor duda y hasta me hago cliente frecuente :) ¡Mil gracias!