
Mi novia y yo visitamos en el cuervo Taco Latino y la experiencia estuvo llena de contrastes. De entrada, la mesa en la que nos sentamos estaba floja y se movía al comer, detalle incómodo. Además, tuve que levantarme por mis servilletas y la sal, lo que refleja un punto menos en el servicio. A su favor, noté que el lugar estaba en remodelación y expansión, pero aun así mantenía buena limpieza, y se agradece que nunca te hagan sentir con prisa, incluso cuando se acerca la hora del cierre.
Pedimos una campechana y una gringa cada uno, acompañadas con una Coca. La comida estaba bien: buen sabor, ingredientes frescos y sin exceso de grasa. El punto negativo fue el exceso de cebolla y algunos trozos ligeramente quemados. Los limones ya estaban a punto de amargarse, comibles pero no disfrutables. Otro detalle fue que en nuestra mesa ya no había salsa de jalapeño y nunca se nos ofreció más.
Considero que los dueños de taco latino y antiguos dueños de taquero vaquero deben tener más atención a los detalles, ya que con el exceso de oferta de productos sustitutos y negocios que compiten directamente, los detalles van a marcar la diferencia cuando el precio y el sabor no influya porque se convierten en el estándar.
En el cuervo nos consideramos amantes de la comida, pero la comida es una experiencia completa que comienza en el sabor y el lugar y termina en la higiene y la atención.
Aunque el sabor cumple, la experiencia completa se construye también con atención e higiene. Los antiguos dueños de Taquero Vaquero ahora con este concepto deberían cuidar esos detalles si quieren destacar en un mercado tan competido.
He visitado este lugar varias veces y sé que pueden tener mejores días. Hoy, no fue el mejor momento.