Restaurant Oscar en Ensenada

Mi lugar al que ir para desayunar en Ensenada. Comida cocinada con mimo y al momento. No es un lugar de servicio rápido. Ritmo muy relajado, por eso lo visito.

Tienen buen sazón los alimentos. Lo malo es que demoran mucho en servir, el ambiente es tranquilo, a un costado está el carwash. Puedes aprovechar para desayunar o comer en lo que lavan tu vehículo. (Servicio que califico con un siete)

Tardan un buen en servir un simple café no se diga el desayuno... 🤷‍♀️

Esta muy caro por unos chilaquiles y unos hotcakes fueron más de 300 pesos

Una excelente atención al cliente. La cena estuvo deliciosa; había una botana con queso Philadelphia bañado de mermelada de fresa con chipotle y totopos con salsa. El primer plato fue crema de elote, seguido de lomo en medallones bañado en crema bechamel y para cerrar, un delicioso postre que consiste en plátano macho asado acompañado de helado de vainilla con nuez garapiñada.

Un pequeño agujero en la pared de la calle principal cerca del océano, un pequeño gran lugar para comer y ¡todo es fresco y delicioso!

Me encanto su machaca de pescado y su atencion

La atención fue excelente, cuentan con platillo de entrada y un café muy rico. La comida en si está bastante accesible, cuentan con cobro con tarjeta y facturación. Y lo más importante, la comida tiene un muy buen gusto, en lo personal la salsa me encantó, aunque, hubiese estado excelente poderla acompañar con totopos. Un lugar recomendable y muy agradable para visitar.

Muy malo, muy decepcionante, no sé qué les pasa. Tal vez cambiaron de cocinero

Muy Sabrosos desayunos y muy excelente atención..

Cozy place to have breakfast. A few blocks away from the main streets of the city, it is a nice place to avoid crowds and enjoy a delicious breakfast. Without a doubt, a hidden gem in Ensenada

Me encanta este lugar! La machaca de Mantarraya y los chilaquiles poblanos son mis FAVs

Recomendadicimo muy buen sabor los desayunos son la especialidad y los chilaquiles poblandos que sirven muy diferentes nunca los había comido