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Nº 1206 en 1539 en Gustavo A. Madero
Nº 19 de 23 Restaurante especializado en pollo en Gustavo A. Madero
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Cuando me hablaron de Rosticería Isabel, confieso que lo hice con cierto escepticismo. ¿Qué puede ofrecer una rosticería, aparte de un pollo más, girando eternamente frente al calor de las brasas? Pero al cruzar el umbral de Isabel, comprendí que estaba en un lugar especial. Aquí, no solo se cocina, se honra un legado. El aroma fue mi primer indicio de que estaba ante algo extraordinario. Ese perfume inconfundible de piel dorada y especias bien medidas me abrió el apetito antes de siquiera ver el menú. Y luego llegó el momento: un pollo perfectamente rostizado, con su piel crujiente como el preludio de una sinfonía. Al primer bocado, todo quedó claro. La piel, dorada como un atardecer, tenía el crujido perfecto, un testamento de habilidad y paciencia. La carne, jugosa y llena de sabor, no solo alimentaba, sino que contaba una historia. Aquí no había prisas ni atajos, solo el resultado de un cuidado meticuloso y una receta probablemente guardada como un tesoro familiar. Rosticería Isabel no es un lugar de pretensiones. Es un homenaje a lo sencillo y bien hecho. Cada pollo que sale de sus hornos no es solo comida; es un recordatorio de que lo tradicional tiene un poder único: despertar memorias, crear momentos y satisfacer con algo tan puro como un buen sazón. Rosticería Isabel, te aplaudo. Has tomado algo humilde, como un pollo rostizado, y lo has elevado a un nivel que pocos alcanzan. Rosticería Isabel no solo vende comida; ofrece una experiencia, una pequeña obra maestra girando frente a las brasas. Y en un mundo de lo instantáneo y lo desechable, eso, querida Isabel, es arte.