Si estás buscando una experiencia culinaria única donde te hagan sentir como un estorbo desde que llegas... este es tu lugar.
Aquí puedes pedir lo mismo de tres a cinco veces solo para que, con una sonrisa (fingida), te digan: “Ya no hay”. El personal con más años en la cocina responde con sabiduría ancestral: “No sé qué tiene el guisado”. Todo un deleite para los que disfrutan el misterio en su plato.
¿Tienes sed? Excelente, porque aquí sirven agua a temperatura ambiente nivel “baño sin ventilación”. ¿Quieres pagar? Buena suerte. Entre “no tengo cambio” y “recuerde dejar propina”, tendrás tiempo suficiente para replantearte tus decisiones de vida.
Y si te molesta que te lancen los platos o los cubiertos, relájate. Es parte del show. Tanto meseros como comensales dominan el noble arte del lanzamiento libre.
PD: Llega con paciencia zen, porque la espera es legendaria.
PD2: Si pides pechuga pensando en comer sano… mejor cómprate una air fryer.