Muy mala experiencia, ya hace tiempo me habían recomendado el lugar, pero no me había dado chance de ir, tenía yo una alta expectativa de lo que yo iba a encontrar, para empezar está en una callejuela en una colonia muy de mala reputación, tiene un estacionamiento que se supone es del negocio (se anuncia afuera) sin embargo el pago es aparte $20 pesos. El lugar parece una vecindad, tiene un letrero descolorido y fachada despintada. Adentro todo obscuro y con apariencia vieja. Pero pues no hay que dejarse llevar por apariencias. Al llegar había pocas mesas y otras allá a la orilla apiladas. Nos sentamos y una mesa toda pegajosa de que no las limpian, la cocina al fondo toda obscura y lujubre. Se tardaron entregarnos la carta, toda pegajosa también, hasta ahí mi paciencia todavía no llegaba a su límite. Un refrigerador grandote donde solo había unos pocos refescos y cervezas. Ordenamos nuestros platillos que se tardaron un poco, un chile relleno de mariscos, a mí me tocaron dos chilitos poblanos todos raquíticos con 3 camarones, desabridos. Las empanadas y el ceviche están pasables, el pescado todo simple y se tardaron más de 30 minutos en entregarlo, para lo que fué que era una cosa sin chiste y sin sabor, no tenían los refrescos que queríamos así que nos dieron los que había, de los sabores que no se venden... El precio es elevado para lo que es, no fué tanta cantidad, pero ni para eso vale la pena. Me llevé una gran decepción además, me hicieron daño. Deberían de hacer una visita los de Salud. Y que no digan que no fuí, porque hasta un vinil de la bombonera tienen pegado en la pared.