Hot Dog y Hamburguesas La Güera en Veracruz

Vayan con la idea de que no habrá asientos ni baños, están muy ricos los hotdogs la verdad vale la pena la parada

La Güera, ese puesto de hot dogs y hamburguesas que desafía todo lo que conocemos sobre el concepto de “comida rápida”. Al acercarse, una montaña fecal se alza en el horizonte, como una advertencia apocalíptica que no podemos ignorar. La brisa que emana de la parrilla, en lugar de olor a carne asada, huele a algo mucho peor, una mezcla de ingredientes sacados del infierno mismo, como si la carne, los panes y las salsas hubieran sido maldecidos por una fuerza cósmica de destrucción total. En las mesas cercanas, puedes observar lo que parece una montaña de cuerpos inertes, apilados sin ningún pudor, como víctimas de una guerra sin gloria. Todo esto parece una representación surreal de la historia, donde Miguel Hidalgo, cuyo rostro distorsionado aparece en una vieja foto amarillenta en la pared, observa impávido el sufrimiento humano que se despliega ante sus ojos. En el centro del establecimiento, una gelatina negra, espesa y sin forma, se ofrece como el postre especial del día. Nadie sabe realmente qué es, pero todos parecen estar de acuerdo en que es la única cosa que podría hacer honor a lo que están viviendo. A su lado, un cartel con la imagen de Memo Ochoa crucificado, con las manos extendidas hacia el infinito, como una especie de símbolo de sacrificio y sufrimiento que parece invocar la violencia de las explosiones cercanas. Las armas de fuego y los gritos se escuchan de fondo, como si estuviéramos en medio de un coliseo romano donde los gladiadores luchan por su vida ante una multitud invisible. El aire está saturado de intoxicación, la sensación de que cada bocado te lleva un paso más cerca de la muerte. El miedo y la desesperación impregnan el lugar mientras los comensales, entre horrorizados y fascinados, mastican sin saber lo que realmente están ingiriendo. Los baños, si es que se les puede llamar así, son una pesadilla viviente. Están en un estado inferior a la miseria absoluta, con las paredes cubiertas de lo que podría ser un remanente de excremento o alguna sustancia aún más repulsiva. El suelo, resbaladizo y pegajoso, se convierte en un terreno de pruebas para cualquier alma valiente que se atreva a acercarse a ese espacio infernal. La Güera no es solo un puesto de comida; es un viaje a las entrañas del caos y la muerte, donde todo lo que conoces sobre la existencia humana es puesto a prueba en cada mordisco. Si alguna vez decides pasar por allí, recuerda que no solo comerás un hot dog o una hamburguesa; estarás participando en un ritual donde la vida y la muerte se entrelazan en una danza macabra.