
La atención de las señoras fue muy buena, son amables y reciben con apertura los comentarios. El lugar tiene un ambiente casero, como si estuvieras en el patio de una casa, lo cual puede resultar acogedor.
Sin embargo, mi experiencia no fue la mejor. El café tenía un sabor a quemado, lo cual suele deberse a falta de mantenimiento en la máquina. La tarta no sabía fresca, parecía haber estado almacenada demasiado tiempo, con una textura desagradable. Al abrir el sobre de Splenda, estaba duro como piedra, señal de que hay humedad en el lugar. Además, al ser un espacio pequeño y muy silencioso, se siente un poco incómodo porque parece que todos escuchan lo que hablas.
El lugar es bonito, pero al estar al aire libre está lleno de moscos, lo que vuelve incómoda la visita.
En resumen: buena atención, pero la calidad de los productos y las condiciones del lugar dejan mucho que desear.